3/4/09

Escalofríos


Hoy jueves (a estas horas ya viernes) he llegado a Zamora, después de muchas peripecias (gracias Luci). He abierto la puerta de casa, he deshecho la maleta y he ido a ver el traslado del Nazareno de San Frontis que va, como siempre, desde la iglesia del barrio hasta la Santa Iglesia Catedral.

Tenemos la costumbre de ver el traslado en la otra orilla del río y según me iba acercando al puente de piedra iba notando el olor del Duero, profundo y húmedo, un olor tan peculiar que hacía tanto que no olía que me hizo ilusión. Entre tanto el Nazareno me pilló a medio cruzar el puente. Parado, mirando el paso y lo que se intuye de las caras de los cargadores entre las minuciosas tallas de la mesa sentí un escalofrío, era como si mi cuerpo me estuviera gritando: ¡ya ha empezado la Semana Santa!.

Escalofrío al que le seguirán muchos otros a lo largo de esta Semana, como todos los años atrás desde que tengo memoria. Alguno al escuchar el Jerusalem Jerusalem en la plaza de Santa Lucía, otros al jurar silencio el Miércoles Santo, por no hablar del momento de la entrada al museo con mis Hermanos de paso de "El Prendimiento" (vulgo El Paso o El beso de Judas) cuando se escucha decir al jefe de dentro el "¡que no se mueva!" que inventó José, o los abrazos tan especiales con mis primos y mi padre poco antes de salir del museo el Viernes Santo al terminar la procesión.

Cómo le vas a explicar a alguien que nunca ha sentido eso qué es lo que hace tan especial la Semana Santa de Zamora y por qué participas en ella. Y es que para cada "semanasantero" estos días de Pasión tienen un significado y un por qué diferente, aunque muy especiales, eso seguro.


2 comentarios:

Azorín dijo...

El Jerusalem... que ganas.
Es un privilegio reservado para nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

Y sinceramente, prefiere que quede entre unos pocos.

Ana Pedrero dijo...

Regreso ahora mismo a casa. Hace apenas tres horas dejábamos en la Catedral a nuestro Jesús de Luz y Vida. Uno de mis escalofríos, después de veinte años abrazada a su madera.

Buena Semana Santa, mi niño. ;)